Un sueño reparador ayuda a comer de forma más saludable

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Todos sabemos que la duración del sueño se asocia con una variedad de consecuencias para nuestra salud. Según un nuevo trabajo llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Stony Brook (Estados Unidos), que se ha centrado en la nutrición, los adolescentes que duermen menos eligen peores opciones alimentarias. Según los resultados, aún preliminares, aquellos que duermen menos de 7 horas por noche son también menos propensos a comer frutas y verduras. Por lo tanto, los adolescentes somnolientos no sólo comen más comida perjudicial para ellos (comida rápida, grasas…), sino que también comen menos comida beneficiosa (frutas o verduras).

Los autores del estudio examinaron datos recogidos de entrevistas con más de 13.000 adolescentes de todo el país en 1996. El 18% de los adolescentes que afirmaron que dormían menos de 7 horas por noche eran más propensos a comer comida rápida dos o más veces por semana, y menos propensos a comer alimentos saludables, como frutas y verduras. Por el contrario, aquellos que descansaban más tendían a elegir mejores opciones alimentarias. Los científicos han presentado los resultados del estudio en la reunión anual de las Associated Professional Sleep Societies, en Baltimore. Por este motivo, hasta que no se publiquen en una revista especializada, los resultados deben considerarse como preliminares.

Descenso de dos hormonas clave

De todos modos, la relación entre la nutrición y la obesidad ya ha sido estudiada en otras ocasiones. Al parecer, aunque la manera de ofrecer los resultados sea distinta, la conclusión de fondo es la misma en todos: dormir mal nos hace comer peor. En marzo de este mismo año, expertos de Estados Unidos, Bélgica, Francia y Japón evidenciaron también que, después de una noche de desvelo o de no haber tenido un sueño reparador, las personas suelen despertar con mucha hambre, en especial de comida rica en carbohidratos.

También un estudio de 2004 llevado a cabo en la Escuela de Medicina de la Universidad de Chicago (Estados Unidos) y publicado en Annals of Internal Medicine, indicó que, al parecer, la cantidad de sueño condiciona el nivel en el organismo de dos hormonas, la leptina y la grelina: en individuos que han dormido poco, disminuye la primera y aumenta la segunda. La leptina tiende a suprimir el apetito, con lo que su disminución supone una mayor tendencia a comer. Por el contrario, la grelina provoca sensación de hambre, pero en este caso la falta de sueño produce un aumento de esta hormona, por lo que su efecto se suma al anterior. La conjunción de ambos es un aumento del apetito.

Otros análisis epidemiológicos a largo plazo (10 años) han detallado también que los voluntarios que decían dormir poco o mal habían desarrollado sobrepeso y afecciones metabólicas.

Higiene del sueño en los programas sobre obesidad

La importancia del estudio es muy evidente, puesto que todos sabemos que la adolescencia es un periodo de desarrollo crítico entre la niñez y la adultez. Y la nutrición en este sentido es uno de los aspectos más importantes de nuestro crecimiento saludable. Además, se trata también de una cuestión de hábitos y de recordar que los hábitos que forman en la adolescencia pueden influir fuertemente en los hábitos en la edad adulta.

Los científicos norteamericanos quieren dar un paso más con la investigación y determinar si la asociación entre la duración del sueño y las opciones alimentarias es causal. Si así fuera, como parece lógico, según los expertos deberían comenzarse a pensar sobre cómo incorporar activamente una educación sobre la higiene del sueño en las intervenciones de prevención de la obesidad y de fomento de la salud.

Fuente | MedlinePlus

Foto 1 | Sean Munson

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