Tras hablar la semana pasada del Síndrome de Peter Pan, hoy os traigo el síndrome complementario a este. No sé si tras leer el artículo de la semana pasada os hicisteis la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que el sujeto que padece el Síndrome de Peter Pan consiga evadir todas sus responsabilidades durante tanto tiempo?
Bien, pues la respuesta a esta lógica pregunta es que, habitualmente, detrás de este individuo hay otra persona cubriéndole las espaldas, una persona que padece el Síndrome de Wendy y que se encarga de hacer todas las tareas y asumir todas las responsabilidades. Esto es de lo que hablaremos hoy.
“Tras un Peter Pan siempre tiene que haber una persona, hombre o mujer, dependiendo del caso, que se encargue de hacer todo aquello que no hace él. Peter Pan no existe si no hay una Wendy que le aguante” Ángel Marín Tejero, psicólogo clínico.
Antes de empezar quiero dejar claro que el Síndrome de Wendy no es una patología, no está reconocido como tal, no llega a ser un trastorno en toda regla, se puede delimitar como un conjunto de comportamientos que realiza una persona por miedo al rechazo, por la necesidad de sentirse aceptada y respaldada y por el temor a que nadie le quiera.
“Hay trastornos de la personalidad que se podrían asemejar a éste síndrome, pero éste síndrome como tal no es una patología clínica, lo que no quiere decir que con el tiempo no acabe produciendo desajustes y sufrimiento, tanto en la persona que lo sufre como en quienes le rodean”. Ángel Marín Tejero, psicólogo clínico.
Lo más frecuente es que esta relación en la que una de las dos partes lleva todo el peso de la relación se dé en relaciones de pareja, aunque no siempre es así. También puede darse en los padres para con los hijos, entre los hermanos o en las relaciones de amistad.
La madre que despierta todos los días a su hijo para que no llegue tarde a clase, aquella que le hace los deberes, le resume las lecciones o subraya los apuntes, la esposa que asume todas las responsabilidades domésticas es una Wendy en el núcleo familiar. Lo mismo ocurre en la relación de pareja si es ella o él quien toma todas las decisiones y asume las responsabilidades, actúa como madre o padre y como esposa-esposo o justifica la informalidad de su pareja ante los demás.
Este síndrome es más frecuente que en mujeres, aunque pueden ser también hombres. Al contrario que en el síndrome de Peter Pan, que solían ser hombres.
No existe una edad definida a la que pueda aparecer, aunque es en los últimos años de la adolescencia, cuando están ya formadas las características de la personalidad, cuando se pueden observar los primeros signos que delatan que la persona pueda sufrir este síndrome en algún momento de su vida.
El psicólogo Jaime Lira señala como característicos del Síndrome de Wendy los siguientes comportamientos:
- El individuo se siente imprescindible
- Entiende el amor como sacrificio
- Puede resignarse al sufrimiento o bien manifestarlo llorando
- Evita a toda costa que los demás se molesten
- Intenta continuamente hacer feliz a los demás
- Insiste en hacer las tareas y asumir las responsabilidades de la otra persona
- Pide perdón por todo aquello que no ha hecho o que no ha sabido hacer
- Siente necesidad de cuidar al prójimo
- Termina por asumir el papel de padre o madre de su pareja.
Los psicólogos aclaran que en algún determinado momento de la vida todas las personas pueden actuar de esta forma. Por tanto, “para hablar de un verdadero Síndrome de Wendy habría que tener en cuenta que todas estas acciones se basan en ese miedo al abandono y son constantes en el tiempo“, explica la doctora Pilar Arocas.
Frecuentemente el origen de éste síndrome se encuentra en el pasado familiar de quien lo padece, en donde ésta persona se sintio excluida y desprotegida, por lo que en la edad adulta compensa la falta de dirección y protección asumiendo el rol de los padres que no ha tenido.
Quienes padecen el Síndrome de Wendy difícilmente controlan su propio rumbo en la vida, por lo que se enfocan en tratar de controlar la vida de otra persona.
La mayoría de las mujeres y de los hombres acuden a la consulta del psicólogo porque se sienten ‘quemadas’ y ‘quemados’, no están felices con su vida y siente una insatisfacción total en sus relaciones de pareja. Sólo a través de las sesiones de terapia van descubriendo la razón de malestar. Una sensación que también afecta a aquellas madres que ven que sus hijos no quieren crecer y evitan tomar responsabilidades acordes con su edad.
Su superación depende en un alto porcentaje de la capacidad de quien lo sufre y de reconocer que sus conductas son equivocadas.
Con la psicoterapia se intenta que el paciente aprenda las siguientes pautas que sirven como prevención y superación del síndrome:
- Establecer relaciones equitativas con las personas
- Incrementar la autoestima personal.
- Acostumbrarse a decir NO.
- Aprender a madurar, a pensar que cada uno es responsable de su vida.
- No asumir los deberes y responsabilidades del otro.
- Ser consciente de que los cambios de hábitos son lentos, no se producen de la noche a la mañana.
Fuentes: Rincón de Psicología/Wikipedia