Hace unos meses se dio un importante paso en la ciencia, se descubrió que el llamado “ADN basura” o ADN no codificante en realidad no eran tan inútil como se pensaba. El ADN de la mayoría de los organismos está formado por ADN codificante, el ADN que dirige la síntesis de las proteínas, y por una inmensa mayoría de ADN no codificante, que como se suponía que no servía para nada le pusieron el sobrenombre tan poco acertado de “ADN basura”. En el caso de los humanos, tan sólo el 2% del ADN es codificante y el 98% restante es ADN no codificante.
Gracias al proyecto ENCODE se pudo saber que el 8% del ADN no codificante es el que regula la acción del ADN codificante, funciona a modo de interruptor haciendo que los genes puedan funcionar con normalidad. Pues bien, ahora que lo teníamos casi resuelto, una nueva publicación en Nature abre de nuevo el debate. Han encontrando que el genoma de una planta carnívora acuática contiene tan sólo un 3% de ADN no codificante, lo que podría significar que el ADN no codificante es en realidad ADN que se mantiene en os organismos como algo remanente.
El estudio ha sido dirigido por el Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad (LANGEBIO) y la Universidad de Buffalo y ha contado también con la participación de científicos de los Centros de Regulación Genómica en Barcelona, de Estados Unidos, México, China, Singapur y Alemania.
Dos estrategias evolutivas diferentes
Al secuenciar el genoma de la planta carnívora de agua dulce, Utricularia gibba, han descubierto que su ADN, al contrario que el de la mayoría de muchos organismos, incluyendo el ser humano, está formado por un 97% de ADN codificante y tan sólo tiene un 3% de ADN no codificante. Según los investigadores, todo apunta que la planta ha ido eliminando este ADN no codificante de su material genético a lo largo de muchas generaciones. Este hecho podría explicar la diferencia que existe entre esta planta carnívora y otras especies con gran cantidad de ADN no codificante como el maíz, el tabaco.
El grupo de científicos propone que en los seres existen dos caminos distintos en cuanto a la acumulación del ADN no codificante. Unos eliminarían gran cantidad de ese ADN y otros tendrían tendencia a acumularlo. Esto no significa que uno u otro camino sean mejor o peor, simplemente son dos soluciones distintas a un mismo problema planteado y el camino que tome un organismo dependerá en gran parte de la presión ejercida por la selección natural.
Lo que se demuestra con este nuevo estudio es que no hace falta tener grandes cantidades de ADN no codificante para obtener una forma de vida compleja, como la que ha conseguido la planta analizada.
Como veis, la ciencia ofrece nuevos enfoques día a día y se abren nuevos debates. Si el proyecto ENCODE ha descubierto que un 8% de nuestro genoma no codificante tiene realmente una función muy importante ¿Qué pasa con el 91% restante? ¿Será un remanente que no hemos eliminado y realmente no tenga ninguna función o su función está esperando a ser descubierta? El tiempo y las investigaciones futuras lo dirán aunque si me tuviera que mojar apostaría más por lo segundo.
Fuente: SINC