Hace un tiempo os contamos cómo el alcohol se usó como medicina, pues sus potenciales efectos perjudiciales aún eran desconocidos. También os explicamos que la cocaína se usaba en medicina, pero en este caso en el ámbito de la anestesia, pues tenía grandes funciones a nivel quirúrgico. Hoy, sin embargo, los tiros no van por ahí. Como siempre decimos, lo importante es la dosis, es posible que la esta droga tenga otros potenciales usos si sabemos controlar dicha dosis a nuestro favor. Hoy hablaremos de la cocaína como antidepresivo, gracias a la historia de Madeleine (nombre ficticio).
La historia de la cocaína como antidepresivo
Madeleine es el nombre que le daremos a una mujer devastada por la pérdida de su padre a causa del cáncer hace un par de años. Tras esto, decidió empezar a consumir cocaína, poco a poco, día a día. Según ella, la droga “le daba fuerzas para seguir” en su vida diaria, y le salvó de su tristeza.
Evidentemente no habría muchos (prácticamente ninguno) médicos que apoyaran este hábito de Madeleine, pues suena tan peligroso como es. Sin embargo, el Dr. Matthew Johnson, de la Universidad Johns Hopkins e investigador de la farmacología del comportamiento, no está nada sorprendido:
“La idea de usar la cocaína o drogas similares para la depresión o trastornos relacionados no es nueva”
A modo de resumen, la cocaína ya se usó para la depresión entre el siglo XIX y el siglo XX, y en 1863 el químico Angelo Mariani ya habló de añadir cocaína al vino (¿?) para disminuir la tristeza. Posteriormente, en 1885, también hay textos médicos que sugieren su uso en esta dolencia, y ese mismo año se presentó un documento en la Sociedad Americana de Neurología donde se explicaba que las inyecciones controladas de cocaína a pacientes en estado de profunda tristeza habían tenido grandes éxitos.
Por su parte, hubo un conocido defensor de la terapia con cocaína: Sigmund Freud, quien elogiaba el uso de la cocaína como antidepresivo (y también para su uso en el deseo sexual). Llevó a cabo muchos experimentos sobre si mismo, e incluso escribió un documento con un título bastante simple: “La cocaína”
Pero, como ya sabéis, existe un lado oscuro de la cocaína: La adicción y perjuicio de su consumo. A partir del siglo 20 dejó de usarse en este sentido, e incluso Freud y sus amigos lo sintieron en sus propias carnes (uno de sus amigos, Ernst von Freischl-Marxow murió por su adicción a la cocaína).
Las similitudes de los antidepresivos con la cocaína
Los antidepresivos de hoy en día tienen, en contraposición a su efecto beneficioso, su lentitud. La cocaína tiene un efecto instantáneo, pero los antidepresivos de hoy en día necesitan un mínimo de tres semanas para funcionar (por acumulación). A nivel cerebral, sin embargo, ambas sustancias funcionan de forma similar, equilibrando los neurotransmisores.
Por otro lado, aunque la cocaína es similar a los antidepresivos, se parece mucho más a otra sustancia conocida: Metilfenidato, un fármaco comúnmente usado en el TDAH, pero que también se usa frente a depresiones resistentes a los tratamientos, donde los antidepresivos comunes no han funcionado. Su funcionamiento es diferente a los antidepresivos, pues no aumenta los niveles de serotonina, sino los de dopamina. Y sí, de la misma forma que la cocaína, su resultado es casi instantáneo.
El problema es que existe muy poca investigación al respecto del uso de estimulantes dopaminérgicos como tratamiento para trastornos del estado del ánimo. Por lo que le toca a la cocaína, el resultado de una revisión de 2013 no fue demasiado halagüeño:
“El potencial de abuso de los estimulantes tradicionales, como la cocaína, los excluiría como medicamentos para la primera línea de tratamiento de la depresión clínica”
En otras palabras, el peligro de adicción de la cocaína anula los potenciales beneficios que tiene frente a la depresión, y lo descarta como medicina valida. Pero, asimismo, también se llegó a la conclusión de que aquellos individuos que no tenían un historial de abuso de sustancias, y que se habían mostrado resistentes a los antidepresivos tradicionales, sí podrían beneficiarse del uso de estimulantes. En este caso, los pros ganarían a los contras.
¿Conclusión? En términos generales, la cocaína NO puede recomendarse como antidepresivo, pero la ciencia ha demostrado que en ciertos casos puntuales, donde otros métodos han fracasado, su uso podría ser beneficioso y no una locura como podría parecer. Aún así, son necesarios más estudios al respecto, bastantes investigaciones y mucho tiempo para poder aclarar totalmente lo que sabemos sobre la cocaína como antidepresivo.
Vía | VICE.