Las nuevas tecnologías han ido adentrándose en nuestras vidas poco a poco hasta llegar a ser una parte imprescindible de las mismas. Pero como todo, en el medio está lo justo, el problema es que con las nuevas tecnologías la mayoría no contemplan ese punto medio y acaba habiendo una inmersión total, que nos lleva a que sin darnos cuenta acabemos dependiendo de esa tecnología. Hoy vamos a hablar de la relación entre un caso concreto de tecnología relacionada con la comunicación interpersonal: WhatsApp, y como puede ser que se asocie con palabras como dependencia emocional o adicción.
Dependencia emocional:
La dependencia emocional es el estilo, rasgo o trastorno (depende del grado) de personalidad que caracteriza al que lo sufre por tener una excesiva necesidad de cuidado y protección en el que el sujeto pierde autonomía y funcionalidad si no cuenta con otros que le “ayuden”. Suelen ser personas que se someten al otro (al cual frecuentemente idealizan). Todo ello acaba disminuyendo la autoestima del dependiente. Las personas dependientes temen la soledad y la ruptura (la cual evitarán incluso siendo infelices en la relación). Estas personas tienen una necesidad de afecto excesiva y temen perder a la fuente que se lo proporciona y que también les proporciona seguridad, tienen una necesidad de acceso continuo a la pareja, buscando además agradar al otro. Son sujetos con altos niveles de ansiedad en todo lo relacionado a lo que acabamos de comentar.
Dependencia emocional y adicciones:
Resulta que la dependencia emocional es tan fuerte que el sujeto puede llegar a convertir su ansiedad en un verdadero síndrome de abstinencia. Cuando no obtienen esa reaseguración, ese afecto, esa seguridad los sujetos sienten deseos muy fuertes de retomar el contacto buscando obtenerlo (incluso si la persona les ha hecho daño), aparecen pensamientos obsesivos, distorsiones cognitivas (auto-engaño y negación de información que proporciona el entorno).
Los dependientes son adictos a la otra persona (y al contacto con ella), de la cual dependen para su bienestar y su tranquilidad. Mantener la ansiedad a raya dependerá de que el otro conteste, sea afectuoso, etc… No son capaces de controlar su estado emocional sin la intervención del otro. Es como el que necesita de una droga para bajar la ansiedad que el síndrome de abstinencia de la propia droga le produce.
¿Qué pinta WhatsApp en todo esto?
WhatsApp es un tipo de aplicación que por sus características (acceso inmediato a la persona, posibilidad de conocimiento de la última hora de conexión, etc…) se hace muy tentadora para un dependiente emocional. Los dependientes emocionales se pasan el día verificando o buscando el amor del otro, la aprobación, WhatsApp permite controlar ciertos factores (¿cuánto tarda en contestarme después de leer el mensaje?, ¿a qué hora se fue a dormir?, ¿se ha quedado sin batería?) que en principio podría parecer que tranquilizarían al dependiente, pero obviamente no es así, en realidad crea más dudas que luego provocan que el dependiente aún este más pendiente de la otra persona… ¿Por qué se conectó a las 4 de la mañana?, ¿Por qué si estaba en línea y lo ha leído aun no me ha contestado? Y ello les lleva a pensar (por las distorsiones cognitivas) cosas como que el otro estaba con otra, que no le quiere, o cualquier sentimiento de rechazo similar, lo cual hace que la persona lleve a cabo más esfuerzos (en ocasiones frenéticos) para recuperar o entender por qué el otro se comporta así, para calmar esa incertidumbre y recibir la atención que necesita del otro. Al final es un círculo vicioso.
Pero la cosa no acaba ahí porqué con el doble tick ahora podemos saber si lo recibió, si lo leyó y a qué hora exacta lo leyó. El problema es que la aplicación no va a razonar por nosotros y tampoco está exenta de fallos, pero ante la incertidumbre uno siempre piensa mal y más si tiene rasgos dependientes. Realmente convertir al usuario en un adicto es una genial estrategia de marketing.
WhatsApp permite servir de herramienta para la necesidad continua de comprobación de los dependientes, una vía que antes no existía. La tentación es muy grande: Voy a ver qué hace, dónde está, voy a decirle que le quiero (porque quiero que me conteste lo mismo), voy a preguntarle si debería ir a tal sitio o no… Con el WhatsApp la reacción es tan rápida que ni la sopesamos, al final llegando a agobiar a la otra persona o creando un problema donde no lo había.
Para el impulsivo también WhatsApp puede causar muchos problemas. No son solo los dependientes los que se ven afectados negativamente por esta facilidad de contacto y control del otro, el impulsivo va a arrepentirse de haber dicho algo sin pensarlo, de insistir demasiado, etc… Y como no, si tenemos un trastorno como el Límite (en el que aparecen ambos: dependencia e impulsividad), el WhatsApp va a ser una conducta muy difícil de controlar que solo intensificara los problemas emocionales y sociales típicos de estas personas.
Otro problema que presenta WhatsApp es que no permite un duelo cuando hay ruptura emocional. Antes cuando se producía una ruptura se pasaba un tiempo sin saber del otro, pero ahora uno puede ver la feliz vida del otro por Facebook, seguir controlando y cotilleando y seguir pendiente de si ahora que ya no está con nosotros está conectado a altas horas de la noche a WhatsApp, si nos ha borrado etc… Lo cual solo intensifica la sensación de dependencia y dificulta la superación de la ruptura.
Pero los estudios muestran que no solo el problema es para los que ya son impulsivos o dependientes (o controladores y celosos, que no lo habíamos comentado pero también sacan des-provecho del WhatsApp), sino que este tipo de aplicaciones (englobando a otras similares y redes sociales) acaban por aumentar los rasgos en la población general, pueden inducir en cierta dependencia en casos de personas que antes no lo eran tanto y el aumento de casos en la actualidad se atribuye en cierto porcentaje a la aparición de estas nuevas tecnologías.
Tal vez las aplicaciones de este tipo deberían venir con un aviso como el que aparece en las cajetillas de tabaco o de alcohol…
“Utilizar esta aplicación puede causar dependencia, utilízalo con moderación, es tu responsabilidad”, “No recomendado el uso en menores de 18 años”.
Fuente: Infosalus , Wikipedia,
Imagen: Wikimedia Commons, Flickr, Flickr, Flickr.